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Francisco Oller y sus lazos con otros ilustres puertorriqueños

Francisco Manuel Oller y Cestero nació el 17 de junio de 1833 en San Juan de Puerto Rico. Su madre fue doña María del Carmen Cestero y Dávila; su padre, don Cayetano Francisco Oller y Frómesta. Cuando se casaron en 1829 pasaron a vivir con el padre de Cayetano, el reconocido médico y cirujano catalán, radicado en Puerto Rico, Francisco Oller y Ferrer. La casa quedaba en la calle Fortaleza. Para cuando Frasquito, como se le llamaba, nació su abuelo había muerto (1831) (Delgado, Osiris, Francisco Oller y Cestero (1833-1917). Pintor de Puerto Rico, 9). No obstante a este haber sido partidario de la monarquía, contrario a lo que sería su nieto, don Francisco tendría mucho ver en sus inicios como pintor. En nuestro blog de hoy mostraremos cómo Francisco Oller se relacionó con su arte con varios de nuestros ilustres partidarios del gobierno constitucional en España y autonomía o independencia para Puerto Rico. Para adentrarse más en otros aspectos de su biografía visita https://autografo.tv/francisco-oller/.

Ramón Power Giral

Sus primeros estudios los realizó en las escuelas de San Juan. Luego estudió matemáticas, dibujo, geografía e idiomas subvencionadas por la Sociedad Económica de Amigos del País. Esta experiencia le vincula de entrada con otro ilustre: Ramón Power y Giralt (1776-1813). Fundada en 1814, la Sociedad fue promulgada por Power cuando fue comisionado a las Cortes de Cádiz, tiempo durante el cual impulsó medidas que permitieran más autonomía para Puerto Rico. Este tipo de sociedades o asociaciones buscaban difundir el conocimiento y las nuevas estrategias económicas de corte liberal. En Puerto Rico estaba constituida por intelectuales, la alta burguesía, militares, religiosos, que se proyectaban como sector dirigente del país a través de la asesoría al gobernador.

¿Por qué la familia de un conservador, partidario de la monarquía, como don Francisco, tomaría la decisión de inscribir a su nieto en una escuela de corte liberal? Este dato refleja que tanto el padre como la madre de Oller veían para Puerto Rico un futuro diferente al del abuelo. El pintor e investigador de Francisco Oller, Osiris Delgado (1920-2017), lo vincula a la madre de don Cayetano, la dominicana doña Isabel de Frómesta y Nuñez, quien era liberal y se había separado de don Francisco por incompatibilidad de caracteres luego de veintisiete años de matrimonio (10).

¿Sabes cuántos de nuestros ancestros vienen da familias constituidas por personas dominicanas y puertorriqueña? Algunos nombres son: Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Lola Rodríguez de Tió, José Luis González, entre otros. Tal parece que el vínculo con la abuela dominicana favoreció la educación para el futuro pintor quien, producto de su arte y su ideología política (mucho más radical que la de la Sociedad Económica), trascendió las costas del país. Veamos en detalle otros encuentros con figuras de relevancia histórica en su trayecto vital.

El pintor José Campeche

A partir de los doce años de edad, Frasquito toma clases de pintura y dibujo con Juan Cleto Noa en la calle de la Cruz en el Viejo San Juan. Aquí ocurre el primer enlace con José Campeche (1751-1809). El pintor e investigador Osiris Delgado expone lo siguiente “Producto del aprendizaje en esta escuela es la copia en grande que hace del retrato miniatura del abuelo de un original hoy perdido de José Campeche [1751-1809]” (11). El joven Oller a sus catorce años pinta un lienzo con plena libertad artística, puesto que añade en la solapa del lado izquierdo del traje de su abuelo la medalla de la Orden de Isabel la Católica (No estaba en el original). Este reconocimiento fue otorgado al abuelo, el doctor Francisco Oller y Ferrer, diecisiete años después de la muerte de Campeche (1809) y cinco luego de su muerte (1831). Fue concedido en 1836; Oller lo pinta en 1847. La distancia permite reconstruir creativamente y el adolescente hizo uso de ello. Rasgo que perfila un espíritu libre y seguro de sí mismo. Este cuadro constituye un giro en la vida de Oller, puesto que su maestro reconoce que es poco más lo que puede enseñarle. Sugiere a sus padres que lo envíen a España a estudiar. En la actualidad el cuadro es parte de la colección de arte del Ateneo Puertorriqueño.

Otro encuentro con Campeche fue en 1855. Ya ha regresado de su primer viaje a España, donde estudió por año y medio (1851-1853) en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, preparándose en “dibujo, color, composición, anatomía humana, perspectiva, teoría del arte y diversas escuelas artísticas” (adnartesvisuales.wordpress.com/2019/03/19/6to-francisco-oller-y-cestero). Es asiduo al Museo del Prado, donde aprehenderá, por su cuenta, el estilo realista de Diego Velázquez. A su regreso se incorpora a la actividad artística de su país. Participa en 1854 en la primera Feria Exposición, impulsada por la Junta De Comercio y Fomento, con dos retratos de la S. M. la Reina y uno de Don Manuel Paniagua, así como un boceto de Niño dormido. Al año siguiente retoma su relación con Campeche. ¿Cómo? Otra vez presenta una copia libre de un autorretrato que se había realizado en miniatura el pintor dieciochesco. Oller gana con su participación una mención honorífica y una medalla de plata. Obsequia a la Real Junta de Comercio y Fomento el cuadro de Campeche (Delgado 15).

Es importante señalar que durante aquel primer viaje a España (1851-1853) se había integrado a los trabajos políticos promulgados por Alejandro Tapia y Rivera, Román Baldorioty de Castro y José Julián Acosta. De ideología liberal, el grupo incluía en su búsqueda emancipatoria contra España, la liberación de la esclavitud. Esta primera fase de formación social le llevará más adelante a pronunciarse contra la esclavitud en sus pinturas, con lo cual estrecha lazos con otros ilustres, como veremos. Con toda probabilidad de aquí surgió su iniciativa de reunirse con el líder independentista, Ramón Emeterio Betances (1827-1898), cuando fue a estudiar a París, más adelante.

Como cumbre de la relación Campeche-Oller, este último compró la casa de José Campeche para vivirla. Quedaba en la calle Sol esquina de la Cruz en el Viejo San Juan. La convirtió en taller, como es de esperarse.

El médico Ramón Emeterio Betances

En su segundo viaje a Europa para formarse, esta vez a Francia, ocurrido a mediados de 1858 hasta 1865, se inscribe en la Academia de Bellas Artes que dirigía el maestro Thomás Couture (1815-1879). Pule la técnica con el maestro, pero le es imposible soportar sus ataques contra los pintores Eugene Delacroix (1798-1863), Jean Francois Millet (1814-1875) y Gustave Coubert (1819-1877), quienes buscaban extrema verosimilitud en forma y sentimiento en su técnica. Oller, junto a otros estudiantes, abandonan a Couture e inician adiestramiento con el maestro del realismo, Gustav Courbert. A la par estudia el desnudo artístico en la Academie Suisse de la Ile de la Cité (20-25). Durante este periodo procura tener contacto con el médico mayagüezano y líder del movimiento independentista, Ramón Emeterio Betances. Lo visita a su residencia del Quartier Latin o en su otra casa del número 38 en el boulevard Beaumarchais, a donde pensaba mudarse Betances, una vez contrajera matrimonio con María del Carmen Henri (18-19). ¿Por qué buscó al líder revolucionario? Falta mucho por descubrir, pero desde ya se puede afirmar que una de las razones principales es que Oller no favorecía el absolutismo monárquico.

Como se recordará, la prometida de Betances, Carmen Henry, fallece el 25 de abril de 1859 producto de la fiebre tifoidea. El 27 de abril Frasco es testigo del dolor profundo del médico por la pérdida de su amada. Al lado del sarcófago colocado en la casa del boulevard Beaumarchais, estaba el joven Oller junto a los médicos Basora, Carbonell y Ruiz, entre otras amistades solidarias. Nuestro ilustre pintor sacó una mascarilla a la difunta (19).  Esta es una máscara mortuoria o copia fiel de la fallecida. Los investigadores Félix Ojeda Reyes y Paul Estrade en su artículo “Hallan en París retrato del General Antonio Maceo” (CubaDebate, 10/ 06/2010) vinculan esta mascarilla con los bustos en bronce y mármol que Betances mandó a realizar de su difunta prometida.

Ojeda y Estrade citan a la historiadora Haydee Venegas, quien constata tres encuentros entre el médico y el pintor en actividades de corte cultural públicas. No hacen falta mayores evidencias de la estrecha amistad entre ambos, puesto que Betances dedicó el siguiente soneto a Francisco Oller, reproducido posteriormente en la revista El Carnaval el 2 de agosto de 1903: “Oller. ¡Dadme vuestro pincel que tanto enseña, Oh príncipe del arte!… y se lo entregó al pintor
de «La Virgen Borinqueña».”

Más adelante, Frasco realiza un retrato del líder independentista cubano, Antonio Maceo Grajales. Dedica la pieza a Ramón Emeterio Betances, quien facilitó su publicación en prensa. El 19 de diciembre de 1896 la importante revista parisina L‘Illustration publica el retrato. Ojeda y Estrade lo detallan de la siguiente forma:

Trabajado en trazos fuertes el retrato de Maceo que reproduce L’Illustration tiene una altura de 8.5 centímetros. La pieza original la creemos perdida… En el borde inferior izquierdo aparece la dedicatoria en español: Al Dr. Betances. F. Oller. 1896. El calce de la revista es simple y redondo: Le dernier portrait de Macéo. Crayon communiqué par le Dr. Bétancès (El último retrato de Maceo. Crayón remitido por el Dr. Betances).

El grupo de abolicionistas

En esta segunda mitad del siglo 19 continuaba en Puerto Rico la prohibición de hablar críticamente sobre asuntos laborales, asuntos políticos contra el régimen colonial español y contra la esclavitud. Francisco Oller cuidó mucho la confidencialidad de su afiliación política y búsquedas de justicia social. Era muy peligroso y su sustento, junto con el de su familia, se ponía en juego. Recuérdese que los pintores de su época sobrevivían económicamente realizando cuadros para las familias adineradas y para representantes de los gobiernos. Sin embargo, la mayoría de sus relaciones filiales era con representantes de los sectores autonomistas o independentistas.

Su arte refleja estar inmerso en la campaña abolicionista puertorriqueña. Además de vincularle a la visión social de Eugenio María de Hostos, su posición le unen a Mariana Bracetty, Ramón Emeterio Betances y a Lola Rodríguez de Tió, ilustres independentistas, que incluyeron en la base política de la Revolución de 1868, ocurrida en Lares, la abolición de la esclavitud (Francisco Moscoso). Las pinturas que manifiestan su posición como abolicionista son: Un boca abajo (circa 1868), Una madre esclava, El castigo del negro enamorado, Un pesetero, El picapedrero, El almuerzo del rico, El almuerzo del pobre and La negra mendiga o libre a los sesenta años (Exposición Universal de París 1867).

La poeta Lola Rodríguez de Tió (1843-1924)

El primer encuentro con la poeta y lideresa sangermeña es a través de un poema que Lola escribe sobre una pintura de Oller. Este regresa de Madrid en febrero de 1884. Su fama de pintor obliga al gobierno colonial a reconocerlo. El gobernador don Luis Dabán y Ramírez de Arellano le comisiona varios retratos, que nuestro ilustre aprovechará para realizar con la técnica realista. El dato es importante porque para ese momento ya se ha consagrado como impresionista, estilo al que evolucionó durante su segunda estadía en Francia de 1873 a 1877, para luego permanecer cinco años más en España. Su obra cumbre El estudiante es producto de esta etapa, hoy por hoy, exhibida en el Museo del Louvre.

Entre los retratos que realiza está el de Doña Angelina Serracante, hoy parte de la Colec-ción del Museo de Historia, Antropología y Arte de la Universidad de Puerto Rico. A Lola le inspira el siguiente poema, el cual dedica a Oller el 2 de agosto de 1887 y que fue conservado en la Colección Angelo Panigua, compuesta por papeles de Francisco Oller (Delgado 197):

Delante tu imagen fiel
qué ha de hacer, dime, el poeta,
más que envidiar la paleta
del artista, y el pincel.

Como el arte me domina
me entusiasmo y me recreo…
En este instante te veo
mucho más bella Angelina

Y es que el arte del color
encierra tanta grandeza
que hasta la misma belleza
cede su cetro al pintor.

Sin embargo, el vínculo cumbre de Oller con Lola Rodríguez es ese mismo año de 1887, año terrible, durante el cual el desalmado gobernador Romualdo Palacios inicia una persecución atroz contra los grupos autonomistas e independentistas. Los encarcela y somete a torturas (compontes). Afortunadamente, este fue expulsado y viene a gobernar interinamente, el coronel Juan Contreras Martínez (1834-1906). Todavía los presos políticos permanecían sin ser liberados, a riesgo de morir debido a las pésimas condiciones de las celdas. Lola consigue anuencia con el nuevo gobernador alcanzándose la excarcelación de estos ese diciembre.

Oller era muy buen amigo de Contreras Martínez. Se habían conocido en 1855 cuando este asistió a su padre como Segundo Cabo de la Isla. Su afamado cuadro La carga de Treviño de 1875, pintando en Francia, había sido inspirado en la hazaña de Contreras en esta región de Burgos, España, quien, con tan sólo noventa y ocho jinetes del regimiento de lanceros del Rey, logró derrotar al enemigo durante la guerra carlista. El contrario era superior, pero la agilidad de los lanceros y su coronel quebró su ventaja (70-71).

Contreras conocía la posición antiesclavista de Oller que le unía políticamente a Lola Rodríguez de Tió. También que con sus dibujos se había denunciado desde el periódico Voltaire de París, provistos por Betances, los atropellos de Palacios al pueblo puertorriqueño (82-83). No es gratuito pensar que esto pesó para de inmediato liberar a los presos políticos, amén de la presión general que ardía por todo el país.

Periodista y poeta Manuel Fernández Juncos

Manuel Fernández Juncos (1846-1928) escribió un artículo titulado “D. Francisco Oller-Pintor Puertorriqueño” preservado también en la Colección Angelo Paniagua (197). De aquí la investigación histórica se ha alimentado para conocer más de nuestro pintor. Pero también, Fernández Juncos, cuya hija, la feminista y pintora Amparo Fernández (1871-1943) fue alumna de Oller,  reacciona con un poema a una de las pinturas cumbres de Frasquito: La escuela del maestro Rafael Cordero de 1892. Pintura dedicada al viejo tabaquero, zapatero y maestro, que junto a sus hermanas Celestina Cordero Molina (1787-1862) y Gregoria Cordero Molina (¿?), dieron las primeras enseñanzas a los niños y niñas de la capital en el siglo 19. Léase el soneto:

¡Triunfó el artista evocador! Tal era
El menestral pobrísimo y preclaro;
De obscura tez y entendimiento claro,
De humilde porte y de virtud severa.

Trabajo y caridad fue su bandera;
Fue su choza de huérfanos amparo,
Y dio de tolerancia ejemplo raro,
En tiempos de opresión injusta y fiera.

“Si quieres libertar tu estirpe esclava,
Educa al dueño con amor,”—le dijo.
El numen escolar que le inspiraba.
Y en obra tal el pensamiento fijo,
De la ofensa del pobre se vengaba…
¡Dando cristiana educación al hijo! (106)
Al entrar el siglo 20

Solidaridad entre ilustres

Francisco Oller fue favorecido por varios de nuestros ilustres, durante un periodo en que su salud comienza a fallar y no cuenta con ninguna entrada económica fija. En 1908 el periódico La Democracia, dirigido en principio por Luis Muñoz Rivera (1859-1916), lo defiende de ciertos detractores que cuestionaron el que se le nombrara maestro especial para enseñar dibujo en una escuela de Bayamón.

Cuando su salud empeora para el año de 1910, el doctor Bailey K. Ashford (1873-1934) le prescribe mudarse a un lugar donde pueda respirar aire limpio y estar tranquilo. Lo envía al campo, lejos de los pinceles y la pintura. Constantemente le enviaba su medicamento. Así lo hizo al principio, pero luego mandó a buscar su equipo de pintura (157). Las razones las detalla Fernández Juncos en su reconocido ensayo sobre el pintor:

Allí se encontró Frasquito en medio de una opulentísima naturaleza selvática llena de encantos, y en cuanto se hubo repuesto pidió con insistencia sus pinceles y su caja de colores, y pintó los paisajes más bellos que se podían ver desde su vivienda. Cuando se le acabaron los lienzos, pintó en pequeñas tablas, en totumas o detrás de higueras y hasta en los trigueros que se caían de Las Palmas reales de la montaña. Fue aquel un vértigo de laboriosidad… (157)

Ramón Frade

Nuestro pintor cayeyano Ramón Frade (1875-1954) es quien recibió el batón en la carrera por la pintura puertorriqueña de manos de Francisco Oller. El momento más emblemático es cuando en 1905, Frade exhibe en la Secretaría de la Asamblea Legislativa (San Juan), su reconocida pintura El pan nuestro. Su propósito era conseguir una subvención para poder ir a Europa a estudiar. El secretario de la Cámara, Félix Matos Bernier (1869-1937), procedió a consultar a otros artistas como mandaba la ley del momento. Francisco Oller fue consultado y escribió el 23 de febrero de 1905:

FRANCISCO OLLER, artista pintor, con Estudio y Academia abierto en esta ciudad, barrio de Santurce, CERTIFICO: Que he visto el lienzo pintado por el artista don Ramón frade León, natural de Cayey, titulado EL PAN NUESTRO, y por el valor estético de esta obra y las aptitudes y aplicación de su autor que me son conocidas, considero a éste merecedor de la protección oficial a que se refiere la procedente solicitud. (Osiris Delgado, Ramón Frade León, pintor puertorriqueño (1875-1954), un virtuoso del intelecto, 69-71)

La subvención fue aprobada. Ambos artistas se conocían en la profundidad que permite el reconocimiento artístico uno del otro. Francisco Oller sólo llamó compañero a una persona, esa fue Ramón Frade (307). Cuando en 1917, azotado por la precariedad de su situación económica, abandonado por el gobierno colonial, Francisco Oller fallece, Frade escribe desde Cayey a don Ángel Paniagua, sobrino y custodio de buena parte de su obra:

La muerte me arrebata a un amigo y un compañero. ¡Y son tan pocos mis amigos y compañeros…! Cuando le lleven flores a su tumba, recuerden poner un grupito de inmortales en mi nombre.

Poderosa hermandad de Oller con Frade, quien murió con el pincel en la mano, cargado de planes. Esa hermandad también la tuvo con los otros ilustres aquí mencionados, que ya habían partido al otro lado de la vida a seguir su lucha por un Puerto Rico con identidad cultural y libre.