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Jack Delano: el músico

Muchas personas no se han percatado que el Jack Delano que capturó con su cámara el Puerto Rico de la década del 40, es el mismo que compuso piezas musicales para ballet, cuartetos, instrumentos solistas y hasta para la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Es conocido que Delano nació en Ucrania (1914), su familia emigró a EE. UU. en la década del 20 y que, a través de la administración del presidente Franklin D. Roosevelt, llega a Puerto Rico en 1941con su esposa la gran artista Irene Esser, para fotografiar las condiciones de nuestro país. Este trabajo fue requerido por la Farm Security Administration (FSA). Luego el matrimonio decide residir en nuestro país a partir de 1946. Trabajaron para el proyecto División para la Educación a la Comunidad (DIVEDCO) y para WIPR. Sin embargo, Jack Delano, artista múltiple, también descolló como un gran compositor, disciplina que desarrolló enteramente en Puerto Rico.

Formación musical

En la década del 20 entra a estudiar en la escuela comunitaria Settlement Music School. Aprendió teoría musical, armonía, los instrumentos violín y viola, además de composición musical por casi una década. Luego pasó a estudiar a la Pennsylvania Academy of Fine Arts, donde estudió ilustración. Allí conoció a la joven pianista Irene Esser con quien se casó. Ella estudiaba pintura. Ambos se graduaron de carreras en Bellas Artes, pero continuaron cultivando la música en su entorno familiar.

Cuando Delano es reclutado por la administración del gobernador Luis Muñoz Marín (1898-1980) para dirigir la sección de cine de la Divedco, el incipiente cineasta retomó su formación en composición musical. Varias películas fueron musicalizadas por él, otras por los grandes compositores Amaury Veray y Héctor Campos Parsi.

Francisco González Miranda comenta en su artículo “Música en el cine de la DIVEDCO” sobre los inicios de las bandas sonoras de este cine educativo puertorriqueño.

La carencia de recursos fiscales y técnicos explica la sencillez de las bandas sonoras de las producciones de la División de Educación Visual, donde se usaban pocos instrumentos musicales y en las que Delano hizo arreglos de melodías del dominio público criollo, sobre todo canciones infantiles. De estas primeras partituras, sobresale la de la película “Una gota de agua” (1949), en la que Delano tomó motivos infantiles, sobre todo “Mambrú se fue a la guerra”, y preparó una simpática marcha infantil. (https://enciclopediapr.org/content/musica-cine-divedco/)

Una vez se le asignan mayores fondos a la producción de cine de la DIVEDCO se dio paso a proyectos mucho más elaborados con partituras de mayor envergadura. La emblemática película Los peloteros dirigida por Delano en 1951 tiene como tema musical principal una pieza para instrumentos de viento. Esta se convierte en leitmotiv (tema que se repite) apoyando el incremento en la tensión de la trama. Llama la atención que la composición incluye acordes de “Romance campesino” de Roberto Cole. ¿De dónde viene este diálogo con la música popular campesina? El investigador Francisco Cabán Vales sostiene que “Sus constantes viajes por todo Puerto Rico tomando fotos para la FSA lo habían acercado a la música popular del país, la música jíbara… (Musike, “Retrato de un artista: Jack Delano”, 3).

Ese mismo año de 1951, nuestro ilustre dirige el filme Trulla. En esta decididamente se explora con la música campesina. Su elenco es elocuente al respecto:  “Chuíto el de Bayamón, la Calandria, Ramito, Maso Rivera, Don Felo y Toribio “el Rey del Güícharo”. (González Miranda, “Música en el cine de la DIVEDCO”)

En 1952, bajo la dirección general de Amaury Veray, la DIVEDCO filmó la película Una voz en la montaña. Veray invitó a Delano a componer la banda sonora, quien concibió un grupo de canciones infantiles para acordeón. Alcanza una atmósfera melancólica mezclada con optimismo para la historia de un jíbaro que desea aprender a leer y a escribir (https://enciclopediapr.org/content/musica-cine-divedco/)

Su integración a nuestra cultura popular desde su ojo como fotógrafo había cincelado su alma musical. Cabán Vales abunda sobre la importancia de esta fusión, pues en 1953 nuestro ilustre somete a un certamen auspiciado por la emisora del pueblo, WIPR, la Sonata para viola y piano, con la cual ganó premio a música de cámara. Esta pieza es de las primeras en nuestra historia musical en que se explora incorporar música jíbara a una sonata “El primer movimiento utiliza la tónica andaluza, característica de la música jíbara; el segundo integra el seis con décima, un género mestizo de Puerto Rico; y el último, el popular ritmo afrocaribeño de la guaracha” (3).

La bruja de Loíza y otras

Para esa misma década del 50 la emblemática compañía Ballets de San Juan le comisionó la música para convertir en ballet un cuento de raíz africana que Caban Vales describe así: “una joven “se quita la piel” mientras su amante duerme y se convierte en una horrible bruja que pasa la noche en un frenesí, bailando delirantemente. Al amanecer, se vuelve a poner su “hermosa piel” antes de que su amado despierte” (3). La leyenda fue recogida en cuento por Ricardo Alegría (1921-2011), titulado “La bruja de Loíza” del libro Cánticos de los Vejigantes de 1954. La coreografía fue de Ana García, primera coreógrafa puertorriqueña, fundadora de Ballet de San Juan. Este ballet es el primero netamente puertorriqueño, estrenado en 1956 (El Nuevo Día, “La danza de los vejigantes”, 27/04/2012). El mismo fue concebido por Delano para dos pianos. Incluye el uso de la guitarra y recuerda las melodías de la música jíbara. Así también saluda las armonías del jazz. Tiene cuatro cuadros y ocurre durante las Fiestas de Santiago. (Conversaciones simbióticas, Episodio 36: “La bruja de Loíza”).

La bruja fue interpretada por la primerísima Ana García y la también gran bailarina, Alma García.  Esta última recuerda los inicios de la década del 50 en la que Ana García y su memorable hermana, la mimo Gilda Navarra, fundaron el Teatro del Niño, cimentando con el aplauso del público la relación con el compositor Jack Delano:

Un día Ana y Gilda nos reunieron a todas las alumnas para informarnos que iban a fundar lo que llamaron el Teatro del Niño. La primera función sería la puesta en escena de “La Cucaracha Martina”, el cuento que todas habíamos escuchado de nuestras abuelas y bisabuelas,… “La Cucaracha Martina” se desarrollaba en Puerto Rico, con música de Jack Delano, pero los personajes bailábamos bailes españoles: la Cucarachita, un “Zapateado” y el Ratoncito una “Farruca”, mientras que las Amigas de la Cucarachita representaban diferentes bailes regionales. La escenografía, diseñada por Carlos Marichal, estuvo también inspirada en una casa española. El Teatro del Niño presentó otros cuentos. Pero “La Cucaracha” resultó ser mi iniciación en el mundo del baile dramatizado y en el trabajo artístico colectivo. (80 Grados, “Recordando los comienzos: Ballets de San Juan”)

En 1959, Delano, compone la música del disco “Los aguinaldos del Infante” sobre un cuento de Tomás Blanco, producido por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). El narrador es Leopoldo Santiago Lavandero y la música estuvo a cargo de Jesús María Sanromá, quien interpretó el clavecín, Harold Collette, la viola, con las cantantes Armida García y María Esther Robles. Su esposa Irene Esser diseñó la carátula del disco (Enciclopediapr, “Irene Delano. Diseñadora gráfica, ilustradora de libros, educadora”).

Jack Delano gozaba de amplia formación cultural. Es así cómo también pudo gestar, basado en El cantar del Mío Cid, la canción “La oración de Jimena”. Esta es para contralto y clavecín. De inmediato, en la década del 60 dio a la luz Sonata para violín solo, además: “una pieza coral titulada Me voy a Ponce; su Ofrenda musical a Luis Palés Matos para trompa y viola y solistas con orquesta de cuerdas; y un conjunto de dúos para violín, titulado Siete dúos a canon (Cabán Vales 3). La maestra Alma García también recuerda otra aportación de Delano al ballet:  

Disfruté y aprendí muchísimo cuando participé en su pieza de 1960 “Suite de Juventud” (de Arnold Taraborrelli), con música de Jack Delano tocada en vivo por Guillermo y Carmelina Figueroa. El reparto incluía a Juan Anduze, Antonio Machín, Ramón Molina, Elena Gandía, Sandra Marqués y Mildred Figueroa. Conservo un bello retrato que nos hizo el Maestro Lorenzo Homar.

Tras la muerte de Irene

En 1982 fallece su compañera y amor eterno, Irene Esser. Parecería que el vacío fue llenado por la composición musical; madero que le permitió seguir adelante. El investigador Francisco Cabán Vales detalla que en 1984 escribió “un cuarteto de cuerdas y en la década siguiente compuso un quinteto y un trío para piano y cuerdas, una sonata para violín y piano y la obra Burundanga para gran orquesta, coro y solistas” (3). Esta pieza se inspira en la poesía negra de Luis Palés Matos (1898-1959), sobre todo en su poema “Canción festiva para ser llorada”. Daniel Alejandro Tapia Santiago habla un poco sobre la complejidad de la pieza:

Burundanga se sitúa en el primer plano de la música culta puertorriqueña del siglo XX. Con su lenguaje neoclásico y la integración del folclore caribeño, emerge como un reflejo único de la compleja realidad geográfica, social, cultural y musical de Puerto Rico y las Antillas. Distingue métodos particulares mediante los cuales el compositor utilizó y adaptó modismos afroantillanos y los combinó con componentes de la música culta para representar aspectos idiosincrásicos de la cultura caribeña en un lenguaje musical universalista. (https://bibleaves.library.illinois.edu/)

También compuso una canción para soprano, trío de pianos y cuerdas sobre un poema del poeta chileno, premio Nobel, Pablo Neruda. Esta se titula Amor América. La Orquesta Sinfónica de Puerto Rico le comisionó Sinfonietta para cuerdas, una de sus más relevantes piezas orquestales aquí y en el exterior (Cabán Vales 3).

Cerramos este vistazo al legado musical de Jack Delano exaltando su apoyo a la niñez puertorriqueña. Cuando trabajó para Ballets de San Juan compuso para el ballet infantil de Gilda Navarra. Así también, Delano, colaboró con el Coro de Niños de San Juan, para quien creó “Un pétalo de rosa” en 1992, estrenada en 1993.

Jack Delano falleció en 1997. Su legado es un tejido de varias disciplinas enfocadas en el deseo de hacer arte consciente de su compromiso social. Para conocer más de su biografía te invitamos a ver su autógrafo en https://autografo.tv/jack-delano/. Fotógrafo, cineasta, director de TV, ilustrador, músico y puertorriqueño por adopción, ese fue Jack Delano.