El idioma español en Hiram Bithorn
A quien le gusta el deporte habrá leído biografías de sus jugadores preferidos. Estas reflejan que el apoyo familiar es uno de los peldaños necesarios para llegar a altos niveles deportivos. Pues nuestro compatriota, el pelotero Hiram Bithorn Sosa, también tuvo una familia a quien le debe la base para triunfar en las Grandes Ligas norteamericanas y en toda su proyección deportiva.
Nuestro pelotero nació el 18 de marzo de 1916 en Santurce. Su padre era empleado del municipio y se llamó Waldemar G. Bithorn Huicy. Su madre, María Sosa Castillo, fue maestra de inglés en la escuela pública. Hay un aspecto del apoyo familiar que debe ser considerado aparte. Para jugar en las Grandes Ligas no sólo había que ser blanco y talentoso, sino que era mandatorio saber inglés. Bithorn era descendiente de estadounidenses, pero los idiomas no se heredan. Su madre, María Sosa, le enseñó el inglés que luego usó para poder jugar en los Estados Unidos.
Cada vez que entraba al parque de las grandes ligas, luego de esperar 8 años en las ligas menores, sabía cuán importante fue el impulso familiar para llegar al diamante. Desde pequeño sus hermanos lo entrenaban para que lograra destacarse como deportista. A ellos debe su primer desarrollo físico. Es por eso por lo que antes de ser pelotero fue baloncelista y volibolista de calibre internacional. En 1935 jugó con los equipos de baloncesto y voleibol de Puerto Rico en los III Juegos Centroamericanos y del Caribe de El Salvador. En baloncesto su equipo logró la medalla de bronce y en voleibol la de plata.
Sin embargo, además de su familia natural, su familia extendida, es decir, su Puerto Rico hispanoparlante fue crucial en su desarrollo deportivo y cívico.
¿Quién fue Hiram Bithorn?
Es probable que cuando pasas por la autopista Luis A. Ferré de camino a San Juan miras a tu izquierda y ves el estadio Hiram Bithorn. ¿Sabes que ese es el nombre de nuestro primer jugador de pelota profesional en las Grandes Ligas? Su hazaña la logró el 15 de abril de 1942 en el Wrigley Field con el uniforme de los Cachorros de Chicago. Hiram Bithorn Sosa nació con un impedimento físico: le faltaba el dedo pulgar del pie derecho.
Para algunas de las posiciones del béisbol no sería gran problema este detalle, pero para un lanzador es imprescindible el equilibrio que ofrecen los pies. No es difícil imaginar el doble esfuerzo que Hiram Bithorn hizo para alcanzar su sitial en una liga deportiva donde él era el único puertorriqueño. El boricua llegó a desarrollar una velocidad en sus lanzamientos que se considera legendaria, cómodamente podía lanzar la bola a más de 90 millas por hora. Su wind-up o lanzamiento de bola se distinguía por la marcada elevación de su pierna izquierda sostenida por la derecha, no obstante, a que no tenía todos los dedos de su pie. Observa detenidamente las fotos que incluimos de él en su página de autógrafo.tv.
Por lo regular, en los juegos de pelota, a quien se cambia es al lanzador. En una ocasión hubo que cambiar por obligación al receptor pues a éste se le inflamó la mano izquierda por causa de la velocidad de los lanzamientos de Bithorn. Nuestro pelotero logró 18 victorias contra 12 derrotas en 1943, con un promedio de efectividad de 2.59 en una temporada en que fue reconocido como candidato a Jugador Más Valioso. Aunque no ganó la distinción, ese año fue líder en la liga con siete blanqueadas. Todavía hoy esas siete blanqueadas se consideran las más altas en las Grandes Ligas para un puertorriqueño. Para quien no lo sepa, una blanqueada es un juego de 9 entradas sin que el equipo oponente logre realizar una sola carrera. Pues Hiram repitió tal proeza 7 veces. Este hito junto a sus 18 victorias en las Ligas Mayores provocaron que se le llamara “Hurricane Hi” Bithorn en los Estados Unidos, tal era su velocidad al lanzar.
¿Y el español?
Hiram Bithorn lograba llenar el Parque Sixto Escobar cada vez que jugaba en Puerto Rico con los Senadores de San Juan en las temporadas invernales. De hecho, se convirtió en un éxito de taquilla, al punto que quienes no lograban entrar al parque se trepaban en los árboles de los alrededores para poderlo ver jugar. Cuando se retiró en 1947 alcanzó 34 victorias y 31 derrotas en 509 entradas. Aquel glorioso año del 1943 logró lanzar 250 entradas cuando en la actualidad los lanzadores de Grandes Ligas apenas llegan a las 200. Logró ponchar a 185 bateadores. Su efectividad de por vida en las Grandes Ligas fue un muy respetable promedio de 3.14.
Como se observa, no obstante, a ser una estrella de calibre internacional mantenía su idioma español para comunicarse con su familia y fanaticada en Puerto Rico. Es importante destacar, que ese nivel de idioma lo obtuvo producto de la enseñanza pública. Su biógrafo, Jorge Fidel López Vélez, en el libro La vida de Hiram Bithorn, ofrece pistas al respecto. Resulta que Hiram fue estudiante de la Escuela Luchetti y la Central High, ambas en San Juan.
La escuela Luchetti se especializaba en educación elemental. Fue fundada por Louise Mendes Lopes de Lucchetti y su hija Madeline Lucchetti Mendes, provenientes de Santo Tomas, colonia danesa. Fundada en 1908, fue una de las primeras escuelas bajo el régimen estadounidense. Así que el niño Hiram tuvo la oportunidad de estudiar en un ambiente en el cual, si bien las autoridades obligaban al conocimiento y uso del inglés, a la par se producía un contexto idóneo para el bilingüismo. La enseñanza primaria en inglés ocurría en medio de una comunidad puertorriqueña que defendía su español.
Cuando el pelotero entra a la Central High, fundada en 1923 en Santurce, continuaba la compulsoriedad de la educación en inglés. Sin embargo, la clase de español se ofrecía como es lógico en ese idioma. Alrededor de esta imposición se desarrolló una cadena de protestas exigiendo que se enseñara en español. Así que el español de Bithorn, quien había entrado a los catorce años a la escuela, año de 1930, se afirma en un contexto de lucha por la identidad propulsado especialmente por la juventud puertorriqueña. De hecho, es de esta escuela que nuestra ilustre Inés Mendoza es expulsada en 1937 como cabeza del reclamo por nuestro idioma como vehículo de aprendizaje. Ella venía trabajando en la escuela desde 1932, periodo en el que Hiram, según cálculo de edad, estudiaba en el lugar.
El 3 de junio de 1934 se celebró una asamblea estudiantil, en la que la Federación de Estudiantes de Escuela Superior asume la exigencia de la enseñanza en español. Se decidió realizar una huelga que tuvo como resultado el que se declarara el español la lengua oficial para los grados primarios y el inglés como segundo idioma. Faltaba mucho por hacer, pero fue un primer alcance de los estudiantes. El periódico Bandera.org en su artículo “100 años de la Central. Legado de lucha de la Escuela Central de Santurce” brinda más detalles del triunfo del estudiantado:
Ante el reclamo estudiantil sobre el tema del lenguaje en la educación, las autoridades del sistema de educación ceden y José Padín emite la Carta Circular Núm. 10 (1934), que establece que todas las asignaturas en la escuela elemental se enseñarán en español, mientras que el idioma inglés se enseñaría como segundo idioma en todos los grados elementales.
Todo lo anterior ocurría mientras Hiram Bithorn jugaba en el equipo de pelota de la Central. En este equipo se desarrolló como lanzador y jugador de tercera base. Así también se destacó en pista y campo. Un contexto de gran actividad deportiva y de defensa de la cultura puertorriqueña a través de la protección del idioma marcó la construcción de su identidad puertorriqueña de habla española sin afectar su inglés. Un idioma no canceló al otro.
Otros usos de su español
Pocos saben que Hiram Bithorn dedicó tiempo a la niñez de San Juan, ofreciéndoles clínicas de béisbol. Con esa niñez se comunicaba en español. Además, cuando lamentablemente perdió la vida ante un desalmado oficial mejicano, la razón para cruzar la frontera en carro era el deseo de bautizar a su sobrino en dicho país hispanoparlante.
El aprendizaje de varios idiomas, sobre todo el inglés, es obligatorio para el desarrollo académico y laboral en la actualidad. Hagamos como Hiram Bithorn Sosa, mantengamos nuestro español producto de nuestro contacto con la sociedad puertorriqueña, aportando a su transformación, mientras ampliamos nuestros horizontes personales.